Durante esta tercera etapa, la gente de Ford decidió rediseñar y reinventar el vehículo. Aunque se perdieron muchos de los elementos originales, el resultado fue un coche mucho más moderno, que permaneció sin cambios drásticos casi 15 años. Tenía una transmisión automática secuencial de 3 velocidades que le permitía alcanzar una velocidad máxima de 180 km/h (112 mph), con 2 cambios entre 120 km/h (75 mph) o 140 km/h (87 mph) en tercera velocidad con revoluciones en nivel para entrar tercer cambio y se obtenga más tracción.
Su exterior fue algo totalmente novedoso, siendo uno de los primeros autos en eliminar los parachoques externos e integrarlas a la carrocería, tanto en la parte delantera como en la parte trasera. Además, obtuvo cambios importantes en la suspensión al más larga en la parte delantera del tipo MacPherson y sustituyendo los muelles por resortes en la parte trasera.
En 1978 Ford Motor Company estaba en plena celebración de su 75º aniversario y había presentado para ese año su novedosa plataforma «Fox» tomada del Fairmont y Mercury Zephyr, un sedán equivalente al Falcon, pero desarrollado hacia finales de los años 1970. En dimensiones era más largo que el Mustang II, pero seguía siendo más ligero. Sin embargo, todavía no era lo que había sido en términos de potencia, ya que en la segunda etapa el coche la perdió en detrimento de un consumo más aceptable. Se ofrecía con motores de cuatro, seis y ocho cilindros. Los más potentes eran los de ocho cilindros y el cuatro turbo. Ambos generaban 140 HP (142 CV; 104 kW) de potencia. Se construyeron 11 000 ejemplares de la versión Pace car de las 500 Millas de Indianápolis.
Los aficionados del Mustang y de los descapotables tuvieron que esperar hasta 1983 para volver a ver un modelo de este tipo de carrocería. Estos Mustangs habían desaparecido con la primera generación y les tomó diez años y dos generaciones volver a estar en las salas de exhibición. Un año más tarde, apareció uno de los Mustang más valorados de esta generación: el SVO. Su frontal era diferente a los de cualquier otro Mustang y también lo era su tren motriz. Se utilizó un motor de cuatro cilindros de 140 plg³ (2,3 litros) turboalimentado que generaba 175 HP (177 CV; 130 kW) y 210 lb·pie (285 N·m) de par máximo.
En 1986 apareció el primer Mustang V8 con inyección electrónica. Ford decidió sustituir el carburador por un sistema de inyección más avanzado, el cual permaneció prácticamente sin cambios durante diez años. Los coleccionistas se mostraron al principio contrarios a esta nueva tecnología, pero después de probar las mejoras de una inyección controlada y a los 225 HP (228 CV; 168 kW) de potencia en los nuevos motores, rápidamente la aceptaron. Un año después, en 1987, el Mustang es profundamente rediseñado, con nueva carrocería más etérea. El V8 de 302 plg³ (4,9 litros) producía 225 HP (228 CV; 168 kW). Para lograr esto, incorpora cambios sustanciales en el motor como el roller-cam y cabezas que permitían un mejor flujo de la admisión y el escape.
El 25º Aniversario del coche era una de las fechas marcadas en rojo por los aficionados y para celebrarlo, todos los vehículos producidos entre el 17 de abril de 1989 y el 17 de abril de 1990, llevaban la inscripción con el motivo «25 años».
El año 1993 fue último de esta generación y del más rápido modelo hasta ese momento: el Mustang Cobra, desarrollado por el recién formado Equipo de Vehículos Especiales (SVT). En esta generación, aparece el Ford Mustang McLaren M89, producto de la alianza entre Ford y McLaren, el cual era muy difícil de conseguir y muy poco conocido, ya que se fabricaron solamente 249 unidades.
También se produjo otra versión no tan conocida: el Ford Mustang RSX Rally Ghia en 1979 que fue -o al menos ese iba a ser su destino- el Mustang de rally, pero quedaría como prototipo.
El Mustang III sería uno de los muchos modelos que habían planeado desarrollar sobre la nueva plataforma y se presentó varios meses después del debut de la línea Fairmont / Zephyr, para que coincidiera con el inicio del año modelo 1979 y no se tomó a la ligera la presentación de la nueva generación III, ya que es uno de los autos más impactantes en la historia contemporánea de la industria automotriz
El llamado “New Breed” era más corto que el Fairmont, lo cual le daba exclusividad y mejoraba su desempeño, haciéndole más ágil, que le permitía también cautivar a antiguos dueños de Mustang II o restar ventas a otros “deportivos ” como los Celica, los Monza, los Scirocco, etc. Además, el nuevo modelo fue desarrollado en paralelo con el Fairmont, lo cual difería del Mustang original, que comenzó a diseñarse cuando ya el Falcon estaba en el mercado. Adicionalmente a la suspensión frontal McPherson, tuvo otros importantes distintivos, como la posibilidad de admitir ruedas entre 13 a 16 pulgadas (33,0 a 40,6 cm) o usar trenes de mando que pudieran generar entre 80 a 250 HP (81 a 253 CV) (60 a 186 kW) sin requerir mayores refuerzos estructurales. Avances en áreas como la estampación de metales permitieron otorgar a la plataforma una rigidez estructural sin hacerla más pesada que la del Mustang II y aumentando netamente la oferta de espacio interior, accesibilidad y habitabilidad, incluso sobre las cotas originales del Mustang / Falcon. También esa superior rigidez permitió agrandar la superficie acristalada y reducir el tamaño de los postes del techo sin riesgos en caso de accidente.
Esta nueva plataforma Fox también incluyó en su desarrollo una completa estructuración, con zonas de deformación controlada que ofrecían más seguridad en accidentes y la industrialización permitió ofrecer avances sin precedentes en lo concerniente a la aplicación de acabados antioxidantes, los metales usados, más aleaciones de zinc y aluminio, Zincrometal y similares y el tipo de soldaduras o tornillería empleados para armar la estructura y la carrocería. Un factor que en el Mustang “New Breed” permitió brindar los mismos niveles de rendimiento mecánico y economía de combustible que el Mustang II a pesar del aumento de tamaño, fue el diseño en túnel de viento. Ambas versiones de carrocería ofrecían un coeficiente de resistencia al avance inferior a 0,38 Cd y una superficie frontal reducida, incluso aunque en los primeros modelos los faros iban empotrados y no al ras.
El nuevo auto ofrecía como sus antecesores dos tipos de carrocería: la de tipo “hardtop” con maletero separado y la “hatchback”, con escotilla trasera. La carrocería “hatchback” del “New Breed” fue modélica por accesibilidad y aprovechamiento del espacio, sin concesiones en términos estéticos. El resultado hizo que algunos comenzaran a recuperar el calificativo “fastback” que se había dejado de usar al aparecer el Mustang II, pero en todo caso el último “fastback” legítimo que tuvo la gama Mustang fue el modelo de 1970.
La ingeniería de materiales en el nuevo Mustang fue novedosa, pues además de los metales en aleación ya descritos, se incorporó un porcentaje mayor de plásticos y polímeros en reemplazo de otros materiales. El acabado interior recurría más que nunca a plásticos de diferentes texturas y estos suprimían a los textiles, las molduras metálicas y los herrajes. Cosas que antes eran de metal, como las manijas para bajar los vidrios ya eran de plástico, pero Ford no hizo mucho caso a las quejas. La coordinación de colores entre los plásticos de diferentes tipos fue un distintivo de las versiones de precio mayor que las separaba de las básicas.
Acentuando la tendencia iniciada con el Mustang II, Ford ofreció el “New Breed” en diferentes niveles de equipo y precio. El primero se llamaba solamente Mustang y la versión “Decor” permitía a cada comprador crear un coche “a su medida” con la lista de opciones. En el “Sport” los accesorios tenían cariz “deportivo”, ya que el concepto manejado en esos años para los autos de orientación deportiva era suprimir los adornos y añadir franjas de cinta, gráficos y colores llamativos de pintura, complementados con tapizados a juego y ruedas más vistosas; y finalmente quedaba el tope de gama que en los modelos “hatchback” que se denominaba Mustang Cobra y en los “hardtop” era el Ghia, como en el Mustang II.
Mecánicamente, los “New Breed” no se diferenciaban de otros Ford “Fox”. En realidad, en cuanto al tren de mando, los coches eran más equivalentes al Mustang II. Los principios básicos de diseño del motor de cuatro cilindros con levas en lo alto, llevado a 140 plg³ (2,3 litros) y a la tornillería de base métrica, se conservaron en el “New Breed”. El V6 Cologne creado en Europa, no pasó al olvido con el Mustang II y en el “New Breed” coexistió brevemente con la veterana unidad de 6 en línea presentada en el Ford Falcon original y mantenida en el tiempo tras agrandar sus 170 plg³ (2,8 litros) originales hasta las 200 pulgadas cúbicas (3,3 L). Finalmente, el V8 de 302 plg³ (4,9 litros) nacido en 1963 del célebre bloque Fairlane de 260 plg³ (4,3 litros) y ya usado por el Mustang II y el Mustang original, también se usó en el “New Breed” debidamente convertido a sistema métrico y rebautizado «5.0».
Los niveles de potencia del motor de 140 plg³ (2,3 litros) podían parecer insuficientes, sobre todo entre quienes buscaban más dinamismo que el de un sedán. También se cuestionaba el carácter arcaico de los tradicionales motores de la industria automotriz norteamericana y pedían características más “revolucionarias” y “modernas”. En respuesta, el venerable motor Pinto recibió mejoras, incluyendo un turbocompresor, con lo cual su potencia aumentó a 145 HP (147 CV; 108 kW) y fue estándar en el Mustang Cobra. Con el tiempo, las mejoras incluyeron contrapesos para reducir los niveles de vibración, un intercooler y un sistema de gestión computarizado, pero los resultados convencieron a la prensa de que un V8, el esquema técnico que Detroit usaba desde hacía un cuarto de siglo, era un modo más fiable, duradero y menos costoso de conseguir los niveles de potencia que lograba un motor turbo de cuatro cilindros que debía compensar su falta de tamaño con elementos que añadían rendimiento y con abultados de costos, durabilidad, complejidad y falta de fiabilidad.
Otras características de alta tecnología en los “New Breed” eran las pequeñas luces rectangulares de haz sellado y empotradas en una parrilla cuadriculada, llantas de aleación de diseño euro en los modelos de mayor precio, adornos y emblemas hechos en plástico lustroso y pegados a la carrocería, neumáticos radiales Michelin TRX como equipo opcional unidos a una suspensión específica, panel de instrumentos iluminado desde atrás con múltiples detalles gráficos, un «check panel», etc.
El año de 1981 fue de aciago para la industria y Ford ofreció un V8 reducido a 255 plg³ (4,2 litros) y algo más de 100 HP (101 CV; 75 kW), lo cual pareció una buena respuesta en términos de economía, considerando que permitía seguir usando un V8 en esos días en los que automovilistas e industria migraban a motores de cuatro cilindros, pero no fue convincente por su rendimiento y Ford dejó de ofrecerlo.
Se cuestionaba a la industria norteamericana por lo anticuado de sus motores y clamaban por motores más «europeos” con bajos desplazamientos, altas compresiones, turbos y complejos sistemas de gestión, así que acabaron aclamando que en 1982 se relanzara la versión GT para relevar al Mustang Cobra Turbo, ya que el nuevo GT tenía un V8 de 302 plg³ (4,9 litros) configurado para ofrecer máximo rendimiento, pero midiendo su capacidad en litros, por lo que fue rebautizado «5.0 HO» (por High Output). La ganancia de potencia sobre el Turbo de 140 plg³ (2,3 litros) fue solamente de una docena de caballos para llegar a 157 HP (159 CV; 117 kW), pero su funcionamiento se sentía mejor, temblaba menos, era más fiable y ofrecía más par a bajas RPM.
Posteriormente y respondiendo a la demanda de motores tecnológicos más “europeos”, se lanzó el SVO de 1985, que introdujo una edición muy mejorada del Turbo de 140 plg³ (2,3 litros) con intercooler e inyección que acabó entregando hasta 210 HP (213 CV; 157 kW). El V8 del GT también recibió mejoras que le permitió saltar a los 200 HP (203 CV; 149 kW), aunque no se ofrecía en él la suspensión y las ruedas de 16 pulgadas (40,6 cm) del SVO para no restarle impacto. Otro cambio mayor en 1982 fue la estructuración de la gama en niveles L, GL, LX y GT, tal como otros Ford y la mayoría de las alteraciones estéticas se limitaban al frontal, a las luces posteriores y a las ruedas. En 1987, Ford recurrió a la influencia de exitosos modelos europeos como el Sierra para aplicar al “New Breed” su primer rediseño y el interior recibió asientos reclinables, nuevos paneles de puertas y un tablero de instrumentos diferente, con lo cual perdía los últimos vestigios visuales del ya extinto Fairmont.